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Notas relacionadas con el texto “A Children’s Book of Demons”, divulgado recientemente en los Estados Unidos de Norteamérica
Roma, 11 de diciembre de 2019
“Kαὶ ἔθυσαν τοὺς υἱοὺς αὐτῶν καὶ τὰς θυγατέρας αὐτῶν τοῖς δαιμονίοις (Sacrificaron a sus propios hijos e hijas a los demonios).” Sal 105,37 Version LXX (cf. Versión Revisada y Versión Reina Valera Sal 106,37).
En estos tiempos, se puso manifiestamente en marcha el intento de proponer a las nuevas generaciones el satanismo como una alternativa normal a otros cultos, a distintos caminos iniciáticos, a diferentes filosofías de vida. Se llega a afirmar incluso, que si el culto al demonio se limita a la celebración de una fiesta del demonio y quien lo practica no comete ningún crimen, no hay nada de malo. Esta afirmación demuestra una falta de discernimiento entre el bien y el mal, porque el satanismo tiene principios que afirman el abuso de la persona en su dignidad y en su autonomía; por lo tanto, quien rinde culto al demonio, tarde o temprano, estará sujeto, sin ninguna duda, a una colaboración interior que dará lugar a comportamientos acordes con principios perjudiciales y destructivos para la dignidad humana.
Otro aporte dado al nefasto proyecto de normalizar el contacto con los demonios y presentar la práctica del satanismo como una cosa buena y positiva, es la noticia que nos ha llegado en estos últimos días de la publicación, en los Estados Unidos, de un libro titulado “A Children’s Book of Demons”. Lo que es aún más trágico es que el autor, Aaron Leighton, se dirige abiertamente a niños entre los 5 y los 10 años de edad, por lo tanto, a un público especialmente indefenso y condicionado.
En el libro “A Children’s Book of Demons” el autor, dirigiéndose a los niños, afirma: “Nunca ha sido tan divertido invocar a los demonios”. Éste es el resumen que da: ¿No quieres sacar esta noche la basura? ¿Quizá estás nadando en tu tarea? ¿Quizá ese gordo prepotente es una verdadera molestia? Bueno, toma tus lápices de colores, y, aprovechando las habilidades contenidas en el diseño de los sellos, ¡invoca a algunos
demonios! Pero ten cuidado, incluso si estos espíritus son más tontos que aterradores, no dejan de ser demonios”.
El autor, sin ningún tipo de restricción, presenta a los niños la invocación de los demonios como algo ordinario y recomendable, invitándolos a aliarse con ellos, a obtener cierta ventaja. ¿Cómo les enseña a invocar a los demonios? Dibujando sellos demoníacos, es decir, los símbolos que los representan. Los símbolos propuestos a los niños son muy similares a los que aparecen en los grimorios, que en el mundo de la magia son manuales, en los que se les enseña, con detalles meticulosos, los procedimientos necesarios para entrar en contacto con espíritus buenos o supuestos buenos y espíritus malos. Incluso los satanistas utilizan los grimorios para recurrir, obviamente, sólo a los malos espíritus. En el citado libro, el autor simplifica un grimorio al máximo, adaptándolo a los niños; es decir, lo transforma en un juego divertido: los sellos demoníacos actúan como un “número de teléfono”, para contactar a los espíritus del mal.
Pero con los demonios no se juega. Aquel que invita a un niño a invocar a los demonios, pone en las manos de un niño una granada de mano, para jugar. Tarde o temprano, el niño sacará el seguro y la granada le explotará en las manos.
Aquel que invita a un niño a invocar a los demonios para obtener algo, le está diciendo que quien lo pueda ayudar sea un criminal.
Aquel que invita a un niño a invocar a los demonios lo está llevando a perder su identidad, su personalidad y a una destrucción moral, psicológica y espiritual.
Aquel que invita a un niño a invocar a los demonios es ya, de por sí, un “aliado” de los demonios.
Aquel que invita a un niño a invocar a los demonios lo está engañando y lo está preparando para ser un infeliz, porque no los presenta como son verdaderamente: ángeles buenos, pero que se volvieron malos voluntariamente, enemigos de Dios y de la humanidad; seres llenos de odio hacia los hombres, con la intención de sugerirnos cualquier mal y cualquier perversidad, con la única finalidad de enfrentarnos y finalmente separarnos definitivamente de Dios y llevarnos a la perdición eterna, a un sufrimiento sin fin. Por el contrario, son presentados como seres que pueden ser invocados fácilmente, con los que es posible aliarse, para obtener alguna ventaja.
“A Children’s Book of Demons” representa, por tanto, una etapa ulterior de aquel proyecto oscuro que, empezado en los años ’70, se propone – partiendo de un primer acercamiento genérico al esoterismo de las nuevas generaciones – bajar, escalón por escalón, hasta llegar a la propuesta explícita de rendirle culto al demonio. Esta práctica tenebrosa es presentada a las nuevas generaciones como una postura buena y
conveniente, pervirtiendo totalmente el discernimiento entre lo que es bueno y lo que es malo.
Se aplican aquí, quizá más que en otro lado, las palabras del Señor: «Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar» (Mt 18,6).
Padre Francesco Bamonte, icms
Presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas